domingo, 19 de abril de 2015

La brisa que esparce la semilla

Esto lo he sacado de un blog La brisa que esparce la semilla,... vale la pena.

Comentario al Capítulo XLVIII del Tao Te King

sábado, 10 de enero de 2015 by Andrés Guerrero Serrano

Los seres humanos en su origen son de una naturaleza esencialmente buena. Esta naturaleza nos acerca. Las costumbres nos separan. (Sanzijing Xungu, 1)
Mediante los conocimientos se acumula día a día. Mediante el Tao se pierde día a día. (TTK, cap.XLVIII)

El conocimiento es miserable: provoca la ambición de conocer más; nos especializa en nuestra visión; nos hace parciales y nos anula la objetividad; nos profesionaliza.

Cuanto más vivimos y más conscientes somos de nuestra vida, más VIDA somos. La VIDA es plenitud: cuanto más disfrutamos de la vida, más deseamos que los demás la disfruten también;  vivir es aceptar la totalidad que nos rodea y aprovecharla; vivir es ver la VIDA que hay dentro de nosotros y ver la VIDA que inunda la Creación toda; vivir es creer en lo que nos une y olvidar cuanto nos separa.

El mundo moderno nos exige unos conocimientos uniformes, una educación obligatoria, donde se mezclan los conocimientos y donde se nos “adoba” con costumbres, convenciones, modas, prejuicios y modelos. El mundo moderno nos susurra, como la serpiente en el Paraíso: “come de este fruto y conocerás el bien y el mal”. El mundo moderno nos estimula a marcar nuestras diferencias y, al igual que la cigarra y la hormiga, critica a una y ensalza a la otra.

Pero el conocimiento mata la esencia que habita en nosotros, porque nos vuelve egoístas, no nos deja mirar “adentro”, no nos deja percibir la Gracia que nos habita, nos esclaviza y sujeta a una imagen que no es la nuestra, que no se corresponde con nosotros mismos: Es como si nos miráramos en un espejo y la imagen devuelta fuera la de otra persona, como si no nos reconociéramos..

El conocimiento nos empuja a la acción, porque si conoces algo, no puedes quedarte inmóvil: has de ponerlo en marcha, demostrar que funciona, señalar lo que no es adecuado, activar los recursos y darle redundancia, para que todo el mundo sepa que el éxito está asegurado.

¿Cómo vivir en el mundo moderno y renunciar al conocimiento?
No invento nada: Aumentando la conciencia de cuanto hago; confiando en la Presencia que me acompaña a cada paso; dejándome a cada paso de mi camino y volviéndome a encontrar en cada recodo. Siguiendo el Corazón y abandonándome al latido, al eco primigenio y generoso: que nunca palpite a machamartillo sino entregándome al susurro de la sangre recorriéndome entero. 

Rechazar la manzana envenenada nos hace diferentes al mundo moderno, pero nos abre a entendernos y sentirnos UNO con los demás, con las criaturas, con la Creación en pleno. Nos hacer ser parte de esa Creación que se renueva a cada instante. Nos hace olvidar el tiempo, distanciarnos de la muerte.


¿Puedo vivir sin conocimiento? ¿Puedo vivir sin “acción”?
Ciertamente. Renunciar al conocimiento no significa no utilizar nuestra inteligencia, no significa no actuar. Es basar nuestro vivir en otros fundamentos diferentes y mucho más fuertes que los del pensamiento y los de la memoria. Es dejarnos flotar en la vida sin lastres.


La Providencia

lunes, 28 de marzo de 2011 by Andrés Guerrero Serrano
Cuando los creyentes mencionamos la Providencia, casi siempre lo hacemos calificándola de “Divina”, como para darle más ringo-rango al término.

Y entendemos la Providencia como la actuación de la “mano de Dios” para proteger, enderezar o dirigir nuestras vidas hacia el rumbo de lo que creemos. La Providencia es el estímulo y la protección para quienes siguen el camino del espíritu, del desasimiento, de la auto-negación –mejor o peor llevados-. Es también la fuerza que protege a los débiles frente a las asechanza de los fuertes, vamos, una especie de “Robin Hood” de los creyentes.

En mi curiosidad me planteo dos cosas:

¿Acaso no existe la Providencia para los que no creen? 
¿Qué relación puede tener la Providencia con el taoísmo?

No puedo dejar de creer que el Espíritu no lo llene todo: cada hueco, cada cuerpo, cada criatura, cada milésima de nuestra existencia en cualquier de sus dimensiones. Por eso, no puedo dejar de creer tampoco en la presencia constante y presente de la Providencia en cada momento. De ahí que no pueda dejar de creer que la Providencia cubre todo, tanto a los que creen como a los que no creen en ella. Ella está eternamente presente. Si crees en ella, puedes percibir y sentir sus efectos benéficos; si no crees en ella, sólo puedes seguir pensando en la suerte que tienes o has tenido y se necesitará una crisis vital o una tragedia para que el hombre entero acepte y conciencie que ella existe aunque no la veamos ni la toquemos.

La Providencia tiene mucha relación con el taoísmo, tal como podemos ver en distintos pasajes del Tao Te King.

Así, por ejemplo, podemos entenderlo como partícipe de las cualidades del TAO: Mirado pero no visto. Se le llama lo invisible. Escuchado pero no oído. Se lo llama lo inaudible. Cogido pero no tocado. Se lo llama lo intangible… La imagen de la nada. Es por esto que no verás su rostro. (cap. XIV)

También es mencionada, cuando dice: El Cielo y la Tierra se juntan y la dulce lluvia cae fuera de la órbita de los hombres pero sobre todas las cosas. (cap. XXXII)

Igualmente en: Viste y alimenta las miríadas de objetos, pero no las reclama de su propiedad. (cap. XXXIV)

Y va mucho más allá en: La reversión es la acción del TAO, la gentileza es la función del TAO. (cap. XL), pues es comparable a la VIRTUD (Teh) y es producto directo del TAO.

Y se amplía cuando dice: TAO es adepto a prestar su poder y lograr la realización. (cap. XLI) Este poder que se atribuye a la VIRTUD (Teh) es el mismo del que participa la Providencia. Y se identifica plenamente con la VIRTUD (Teh) cuando dice: Actúa pero no se apropia de él… esa es la virtud mística. (cap. LI)

Lo que me llama más la atención es que ES LA ACCIÓN DEL TAO. Y eso significa más o menos lo que dije en otras entradas sobre la oración: si nosotros actuamos, entonces la Providencia no actúa; si nosotros no actuamos, entonces se produce LA ACCIÓN DEL TAO, la Providencia divina.

Imaginemos que reunimos a un grupo de personas y las situamos en una sala cerrada. Imaginemos que apagamos la luz y cerramos las ventanas y bajamos las persianas. Cuando ya está todo así preparado, abrimos la puerta y asomando una pistola en nuestra mano, disparamos un tiro en cualquier dirección. Cerramos la puerta y nos ponemos a rezar pidiendo a la Providencia “que no le haya pasado nada a nadie de los que allí están encerrados”. Hay algo evidente: no creo que la Providencia actúe ahí en modo alguno, ya que cualquier resultado, sea el que sea, será fruto y efecto de nuestra acción de disparar.

Con esta imagen quiero decir que la mayor parte de las veces pedimos a la Providencia que corrija lo que nosotros hemos hecho mal, sin darnos cuenta de que hemos sido nosotros los responsables de la acción y por tanto de sus efectos. Habría sido más fácil no actuar y dejar a la Providencia que siguiera guardándonos bajo sus alas.

Finalmente me gustaría recordar algo que Peter hace ya bastantes años que nos dejó caer: Dios perdona; la vida, no. Intentando con ello mostrarnos que bien podemos pedir perdón, solicitar la ayuda de la Divina Providencia, que Dios nos perdonará sin dudarlo, pero la vida sigue en su giro del yin-yang y lo que fue causa, tendrá su transformación en los efectos, que a la vez reproducirán causas y efectos subsiguientes. Por eso, ante cualquier duda, mejor que pedir ayuda a la Providencia es más fácil practicar el wu-wei, la no acción, que deja en manos de la Providencia la solución de todos nuestros problemas.

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